Trevor Noah (1984) publicó en 2017 Prohibido nacer, un libro autobiográfico donde reflexiona sobre varios temas, pero en específico la familia y el racismo.
Este es un libro que quería leer pero que tenía miedo de leer. Me explico, Trevor Noah es un comediante inusual que trabaja en el circuito estadounidense y que ahora mismo es el anfitrión de The Daily show, un programa de comentarios políticos y noticias; entonces ya lo conocía un poco, lo había oído hablar y hacer bromas, y me cae bien. Nada de eso garantizaba que su libro fuera bueno o siquiera interesante. Y yo quería que fuera ambas cosas.
Prohibido nacer primero que nada nos coloca en otro mundo, en Sudáfrica, en los años 80, en los años 90. En un sistema colonial, racial, social y económico muy distinto a lo que vemos en occidente (Europa y Estados Unidos de América), bastante más cercano a la realidad y posturas desde lo otro, en el que México y América Latina caben. Cuenta con honestidad su historia, una muy peculiar, que depende por supuesto de su madre y la forma en la que ella resolvió su vida.
«Nos pasamos el día diciendo que uno tiene que hacer realidad sus sueños, pero solamente puede soñar con lo que es capaz de imaginar, y dependiendo de dónde vengas, la imaginación puede ser muy limitada.»
Los hechos que narra son duros, porque las circunstancias fueron así, el apartheid, la desigualdad socioeconómica en Sudáfrica dejaron secuelas en cada individuo que lo vivió. Y este tipo de libros tienden a situarse en tonos forzados de tragedia o de romantización de las adversidades superadas. Trevor Noah en Prohibido nacer encuentra el tono, sin quitar lo horrible pero sin exagerarlo, reconociendo la suerte que tuvo en varias ocasiones sin por ello restarle peso a lo que tiene peso histórico.
El ritmo es espectacular, lo ridículo de algunas cosas que vivió tienen el tono exacto para que dentro de la tragedia y lo horrible uno pueda encontrar la risa y entender el contexto. Que es comediante se nota en cada párrafo, que la palabra es su mejor instrumento es claro en cada capítulo.
No hay manera de leer este libro y no reflexionar nuestras propias historias, revisar nuestras premisas raciales como países conquistados (hablo de México porque soy mexicana), nos obliga a pensar en cómo construimos identidad nacional, y todo esto desde un libro que no es agresivo. Todas estas reflexiones se dan mientras él nos cuenta cómo vendía discos piratas, o lo que significa hablar muchos idiomas en un país con muchos idiomas, o lo que significaba ir al baño en Soweto. Nos deja ver su vida y en esa narración se convierte en espejo sus lectores, o al menos así fue para mí.
«A eso se dedicaba el apartheid: a convencer a todos los grupos de que si no podían entrar en el club era por culpa de las otras razas.»
Prohibido nacer es la historia de un alguien que nos ayuda a entender lo que la opresión sistémica significa. Hay cosas que todos los países que vivimos la colonización en algún punto de nuestra historia nacional tenemos en común. Agradezco haber leído este libro porque me acercó a mi historia, la personal y la colectiva. Muy recomendable.
Aura Espitia Muñoz Cota