Los restos del día de Kazuo Ishiguro

Los restos del día (1989) es el primer libro que leo del Premio Nobel de literatura de 2017, Kazuo Ishiguro. Fue una lectura muy placentera.

La historia es sencilla, un mayordomo inglés reflexiona sobre su vida y de lo que ha sido testigo a lo largo de su carrera. No resulta tan emocionante puesto así excepto por el contexto. La reflexión comienza en 1956, en un viaje buscando la ayuda profesional de una ama de llaves con quien ya había trabajado

Nuestro protagonista trabaja para Dalington Hall, una mansión importante inglesa con un residente importante también, o así lo era. Lord Darlington, antiguo dueño y jefe de nuestro protagonista no existe más. Es ahora Mr. Farraday quien posee la otrora famosa y respetada residencia.

Stevens, el mayordomo, tiene un problema para organizarse y adaptarse a las nuevas circunstancias de su vida y empleo. Es difícil porque a lo que ha dedicado lo mejor de su vida, completa y sin separación entre personal y laboral, fue a trabajar para esta mansión y su antiguo señor.

Stevens no logra adaptarse del todo a su nuevo señor, no logra entender este ánimo tan americano de su señor, que sea incapaz de ver la genuina distancia que entre ellos debe haber. No logra acoplarse a la informalidad, sentido del humor que se espera de él ahora. Y lo peor, no logra adaptar la organización de la casa a los nuevos tiempos. Lo único que se le ocurre es ir a buscar a una antigua ama de llaves en un viaje por carro (prestado por su señor) por Inglaterra.

Una persona debe conocer su país. Siga mi consejo y salga de esta casa durante unos días.

Este viaje es el que lo obliga a reflexionar sobre todo en su vida, su propia historia, sus nociones de lo honorable, de lo digno, de lo correcto. Reflexiona sobre su relación con dicha ama de llaves, lo conflictivo, lo bueno y lo que nunca se dijo entre ellos.

Y si, esto es interesante, porque vemos a un hombre de otro tiempo cuyo mundo cambió definitivamente por dos guerras mundiales. La primera, que empezó por derrumbar un modo de ser, una jerarquía, y la segunda, que terminó por dejar irreconocible el orden mundial y las antiguas formas.

No obstante, tampoco tiene sentido aferrarse sin  más a las viejas costumbres, como hacen algunos.

El libro es un gran pretexto para hablar de lo que nunca se habla ya. El periodo de entre guerras no fue tan claro ni tan blanco y negro como se pinta ahora. La verdad es que fue un periodo confuso, veloz y lleno de ideologías que jalaban hacia todos lados. Hoy suponemos que los aliados siempre estuvieron en contra de Hitler y el nacional socialismo, que siempre estuvieron claros en su postura.

No fue así, y gracias a Stevens nos vamos dando cuenta de lo difícil que fue reconocer una postura «correcta» o clara para muchos grandes señores. Buscar un punto medio fue difícil por decir lo menos, porque el tratado que dio fin a la Primera Guerra Mundial fue por demás vengativo y extremo, y esto solo radicalizó posturas ideológicas. Si a eso sumamos la complicada posición de la corona inglesa y su sistema real durante este periodo pues es fácil entender que las posturas fueran menos claras de lo que ahora nos parecen.

Es muy interesante verlo a través de la gente común, del mayordomo y sus interacciones con otros, en aquéllos tiempos y en los actuales (donde ocurre su viaje). Justo porque él renuncia a tener una postura ya que no se siente capaz de ello, porque confiaba en su señor para ello, vemos sin juicio o reproche como es que se tomó a su señor por simpatizante nazi en un tiempo.

Pero también vemos como no fue tan sencillo. Su señor tenía observaciones sobre la nueva realidad de Europa después de una guerra devastadora, tenía sus propias inquietudes humanitarias, y sí, se equivocó en algunos juicios o acciones, pero alcanzó a ver sus errores, alcanzó a reconocer que no fue capaz de medir por completo todo el panorama o los alcances de algunos acontecimientos.

Por eso creo que el libro vale la pena, porque creo que es importante decir que la historia no fue tan clara como todo mundo cree, que los procesos no fueron tan limpios como quisiéramos, por simplificar, que fueran. Es más sencillo creer que los aliados siempre estuvieron contra los fascistas, no es fácil admitir que por mucho tiempo hubo una genuina simpatía de los Estados Unidos de América y de Inglaterra o Francia con los sistemas fascistas y con los nazis en particular.

Pero no admitir estos asuntos solo hacen que resurjan cada tanto, como en las elecciones de Trump (2016), sin haber nunca lidiado con las realidades que permiten que los extremos se posicionen en el poder.

Muy recomendado el libro, tanto lo que nos deja ver del contexto como la propia historia de Stevens, el mayordomo. Y además está muy bien escrito. Los personajes están muy bien armados, con una coherencia propia que no falla y eso se agradece. El ritmo del libro es constante.

Aura Espitia Muñoz Cota

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