Patria (2016), de Fernando Aramburu (1959), fue una de las novelas más vendidas del 2017, ganadora del Premio Nacional de Narrativa (España), trata de la historia de dos familias que se ven en lados opuestos durante la Guerra abierta del País Vasco.
Siendo muy honesta, he de decir que el libro se me fue metiendo en la cabeza gracias a la publicidad y a muchos blogs que leo para hacerme una idea de qué es lo nuevo e interesante para leer.
Dos mujeres amigas de toda la vida, cuyas familias han convivido de manera cercana, vecinas, se ven enfrentadas en el conflicto del País Vasco como si fueran enemigas. Por un lado, tenemos a una familia donde el jefe de familia es Tatxo, un empresario local que durante los años de conflicto es amenazado y asesinado por ETA, y por el otro, tenemos a otra familia cuyo hijo, Joxe Mari es un militante de ETA encarcelado.
Mirien, la madre, y Bittori, la viuda, ahora enemigas, fueron amigas cercanas, religiosas, originarias de Euzkadi, o País Vasco.
La novela empieza el día que se anuncia el abandono de armas por parte de ETA. Es en este momento, cuando se supone que el conflicto se ha acabado, donde comienza el verdadero ajuste de cuentas, las confesiones, los cierres de historia y esta novela.
Bittori regresa al pueblo donde siempre vivió, decidida a retomar su lugar, su espacio, y a buscar respuestas. Necesita cerrar la historia del asesinato de su marido. Sabe que no es bien recibida, sabe que no es querida ya, pero no le importa, ya no hay nada que perder.
Mirien por otro lado, perteneció al lado querido, al de los mártires de la Guerra, a la de los militantes perseguidos y adorados. Ella se siente violentada por el regreso de su «amiga». No entiende, junto con otros del pueblo, cuál es el sentido de abrir viejas heridas.
Narrativamente, la historia salta del presente al pasado sin mucha sutileza, forma que nos permite ir conociendo de a poco a ambas mujeres, sus familias y las heridas que subyacen a pesar de haberse declarado la «paz» de Euzkadi con el Estado Español.
Nos esforzamos por darle un sentido, una forma, un orden a la vida, y al final la vida hace con una lo que se le da la gana
Ni Bittori ni Mirien son inocentes o buenas o malas. Las dos son mujeres necias, aferradas a sus verdades, las que les han permitido sobrevivir a sus tragedias personales y familiares.
Y esto es, creo, lo más valioso de esta novela. El retrato de dos personas que se vieron envueltas en una guerra que no entienden del todo. Ninguna de ellas es verdaderamente una activista, ni de un lado ni del otro. Ninguna de ellas ha leído nada que no sean panfletos.
Justo lo que retrata la novela es la idea de que las guerras, cualquiera, no son un concepto operado desde la altura de los que ejercen el poder, son un entramado de cotidianidades enmarcadas en la violencia, de historias personales, de personas afectadas de manera permanente por los hechos que ocurren durante un conflicto armado.
Mientras avanza la novela, se van introduciendo a los demás miembros de la familia con sus respectivas historias, dolores, heridas y sus intentos por seguir adelante. Nos deja la certeza de que no hay manuales o protocolos para lidiar con el dolor, con la realidad violenta y constantemente violentada. Cada uno tiene que encontrar su forma de vivir y coexistir con su parte de guerra.
La lectura es cómoda en el ritmo, incómoda en los temas, en los personajes. Aramburu tiene el acierto y la habilidad de no permitirnos tomar partido, de no permitirnos odiar a ningún personaje; podemos juzgarlos en algunas partes de sus procesos pero no podemos reprobarlos por completo o seguirlos ciegamente.
Muy recomendable el libro. ¿Ya lo leyeron? ¿Les gustó?
Aura Espitia Muñoz Cota
Se antoja muy interesante, desde el punto de vista del conflicto individual interno y las guerras con el mundo que nos rodea, guerra que a travez de las ideas transforma haciendo mudanzas entre la guerra y la paz.