El Metro va lleno, la gente comparte su peor gesto con otros que lo reciben con indiferencia, con fastidio… yo elijo ir a El Cairo, la legendaria ciudad a orillas del Nilo.
Acepto la seductora invitación de un viejo de más de 80 para echar un vistazo a la vida difícil y desesperanzada en aquélla cuidad otrora esplendorosa en la que solo los turistas piensan. Es 1981 y su pequeña familia; hijo, nuera y nieto, apenas logra cubrir los gastos esenciales, a pesar de sumar tres salarios y una pensión.
A él lo sostiene su fe inquebrantable, al nieto su convicción política y el amor, a su hijo y a su nuera el desaliento, la fatiga y la inercia. El libro nos cuenta la historia común en primera persona, desde la perspectiva de los distintos protagonistas.
A través de la visión de cada uno de ellos, el autor describe una sociedad que transita entre las tradiciones y una modernidad que se paga con el empobrecimiento de la mayoría en un clima político de represión y corrupción, en ese escenario el nieto y su novia; comparten sueños y la amarga certeza una boda imposible por falta de recursos. Toda la historia, el retrato mostrado, transcurre en los dos meses previos al asesinato de Anwar Al Sadat (6 de octubre de 1981).
No puedo dejar de leer; una vez más Naguib Mafhfuz me ha atrapado con una historia, sin final feliz, sin fantasía, pero encantadoramente realista de un Egipto moderno; disparejamente moderno.
El libro termina, “El día que mataron al Líder” (1985), título del libro; lo guardo en mi bolsa y descubro que se me pasó la estación de mi destino, me bajo y recuerdo tristemente que no tengo otro libro que leer durante el largo viaje de regreso.
Cristina Muñoz Cota Múgica