Mark Haddon (1962) publicó en 2003 su ahora célebre novela El curioso incidente del perro a medianoche, un misterio narrado desde la voz de un adolescente particular.
Christopher Boone, el protagonista que nos cuenta la historia, es un joven que se apega a la lógica para entender el mundo, no le gustan tanto los humanos porque son confusos en el mejor de los casos y mentirosos en la mayoría. Prefiere a su rata, las matemáticas, ama la rutina, no le gusta el amarillo, el marrón y no tolera el contacto físico. Hacer listas lo tranquiliza, y sólo convive con adultos que han probado su utilidad y su honestidad.
Una noche, nuestro protagonista, encuentra al perro de la vecina (a la que considera amiga) asesinado en la calle. A Christopher le gustan los perros, así que decide investigar al modo de Sherlock Holmes, y descubrir al asesino. Esta investigación, su incapacidad de dejarlo ir o pasar, su personalidad obsesiva, hacen que Christopher descubra cosas que no sabía sobre su entorno, mentiras y verdades a medias que lo obligan a aventurarse fuera de sus rutinas y espacios conocidos.
La historia está bien contada y tiene el interés de mostrarnos lo absurdo de algunos comportamientos humanos si nos salimos de la convención o acuerdo de que es «lo normal». Christopher cumple la doble función de mostrarnos cómo perciben el mundo ciertas neuro divergencias y de permitirnos vernos en el reflejo para meditar si lo normal lo es o no.
El curioso incidente del perro a medianoche debe su popularidad a la sencillez de su historia, al lenguaje sencillo con el que se narran los hechos y las emociones, la claridad que busca todo el tiempo en su prosa. No es una situación simple pero es una historia sencilla que hace que los personajes (y nosotros con ellos) piensen, acomoden y reestructuren sus prioridades y sistema de valores, todo al verse reflejados en la mirada y razonamiento de Christopher Boone. Muy recomendable.
Aura Espitia Muñoz Cota