En mi recomendación anterior les comenté sobre un hilo conector que descubrí en mis lecturas de ficción recientes: relatos de juventudes con identidad femenina que ocurren en los márgenes de regiones del mundo diversas. Aquí tienen otra, que quizás no sea la última, de esta serie personal más o menos accidental.
Kate Tempest (1985) publicó su primera novela, The Bricks that built the houses, en 2016; y su traducción, Cuando la vida te da un martillo, de Daniel Ramos Sánchez, se publicó en 2017 en la colección de narrativa de editorial Sexto Piso.
No conozco otra novela que tenga su propia banda sonora, o cuya primera encarnación haya sido un disco, pero esta multidisciplinariedad es típica de Tempest, quien se desempeña como dramaturga, poeta, rapera, compositora musical, intérprete de poesía slam, gestora cultural y traductora de inglés antiguo.
Por eso creo que debo empezar por mencionar que la historia me conquistó primero como canción: verso, ritmo y melodía. Fue un flechazo auditivo. Literario, sí, narrativo, sí, pero multisensorial.
Las historias narradas con la voz nos dejan una impresión corporal y emocional distinta a la de la lectura en la página; y los humanos empezamos contando nuestras historias con la voz, antes de contarlas con la pluma o el teclado; cosa que a veces se nos olvida.
Todavía tengo presente el recuerdo de la calle por la que caminaba en 2016 la primera vez que mis audífonos transmitieron el sencillo Lonely daze de Everybody down, el disco donde se esbozaron los personajes de la novela. Ese día las metáforas cantadas a través de la radio por Kate, quien hasta ese momento yo no conocía, elevaron mi mañana de ordinaria a poética.
“… Pete es un hombre joven, corazón lleno de lluvia, ojos llenos de noches transcurridas en un sueño…
… Becky es una mujer joven, corazón lleno de tierra, ojos llenos de mañanas transcurridas en desvelo…”
Desde entonces sigo el trabajo de la autora londinense. Cuando la novela se estrenó en EE.UU., tuve la fortuna de ir a su presentación en Seattle y platicar sobre traducción brevemente con Tempest, cuya pasión y curiosidad me parecieron igual de desbordantes en la vida real que en la novela.
A propósito de traducción, la del título es de esta novela al español me parece desafortunada porque se enfoca en la situación de los protagonistas, pero pierde de vista la alusión que hace la autora con la imagen del título original.
Cuando la vida te da un martillo apunta hacia un capítulo en la novela y una canción en el disco titulados Hammer. La palabra martillo ahí, a su vez, alude a la famosa cita de Abraham Maslow. Además de ser una analogía de la moralidad no examinada del personaje de Pete, quien no logra comprender ni aceptar el trabajo de su nueva novia Becky como masajista erótica. La cita de Maslow dice, “si solo tienes un martillo, todo parece clavo”.
En la novela, Pete y Becky inician una relación romántica sin exclusividad sexual o afectiva porque es lo que ella quiere, pero Pete en realidad no tiene la habilidad de sostener ese nivel de confianza y comunicación emocionalmente vulnerable. Le atormenta la posibilidad imaginaria de que Becky le oculte que presta servicios sexuales remunerados más allá de los masajes eróticos que da.
Tanto así, que se va distanciando emocionalmente de ella, intenta controlarla mediante sus propios arranques de volubilidad y acaba traicionando su confianza al mandarla espiar con un conocido de él, quien se hace pasar por cliente y le reporta lo ocurrido en su sesión.
Becky termina involucrada en un romance también con Harry, una chica de apariencia andrógina que vende cocaína con el objetivo de comprar una propiedad para convertirla en foro cultural bar, y Harry resulta ser el nombre elegido de Harriet, la hermana de Pete.
La trama de Cuando la vida te da un martillo se desarrolla con los eventos desatados tras un cambio de jefes en el negocio de la venta ilegal de cocaína en Londres, el cual orilla a Harry a huir con un maletín lleno de dinero, su mano derecha y amigo de la infancia, Leon y Becky para salvar sus vidas y el trabajo de años para materializar su único sueño.
En la presentación de la novela, Tempest insistió en la importancia de que el personaje de Becky tiene el control de su situación laboral y de que nadie la explota. Que ella elige ese camino de independización económica dada su condición de virtual orfandad y su aspiración de ser coreógrafa y bailarina de danza contemporánea, la cual demanda horas de ensayos y audiciones, de las que no podría disponer si tuviera un empleo con de tiempo completo y mucho menos un empleo de salario mínimo, como el de medio tiempo que tiene en el cafecito del barrio que operan sus tíos.
El título original de la novela The Bricks that built the Houses, (“Los ladrillos que formaron las casas”) alude al panorama que el libro va tejiendo a partir de las historias particulares. En ese sentido, la obra recuerda a Dublineses de Joyce por la similitud en su formato: viñetas de personas de variada condición social, y varias generaciones, que dibujan el esquema de una ciudad en un momento histórico, con la diferencia de que Londres fue el centro de un imperio global.
Por otro lado, en todo el trabajo de Kate, es obvio que la gentrificación de Londres y la banalidad de la vida urbana actual le ocupan y le preocupan. Los ladrillos y casas son un algo que literalmente está desapareciendo en el barrio del sur de Londres de clase trabajadora y clase media donde Tempest creció y aún radica. En su lugar, están apareciendo condominios que se venden o rentan como lujosos y cafés de altos precios.
Cuando la vida te da un martillo nos deja entrar al lado humano de esta agresiva transición económica y nos comparte matices de los vínculos entre la generación actual de jóvenes ingleses con generaciones anteriores. La dificultades que atraviesan los ciudadanos en los márgenes, en especial quienes se dedican a las artes o aspiran a ello.
Por eso considero que un título más apegado al original en español nos daría una pista de que vamos a adentrarnos en las partes de ese todo representado por Londres actual y, al mismo tiempo, nos invitaría a no perder de vista que lo que se va dibujando con la narración son las estructuras sociales a la que dan forma nuestras individualidades: en este caso la casa y los ladrillos, respectivamente.
Adriana Nodal-Tarafa