Banana Yoshimoto (1964) es una escritora japonesa contemporánea muy interesante. Lo es desde su ópera prima, Kitchen (1988); un pequeño libro que delinea a partir de dos historias los temas recurrentes de su obra.
Leí el libro por primera vez en 2006, y ahora que lo releo me doy cuenta que lo que me pareció extraordinario entonces me lo parece todavía. Banana Yoshimoto tiene una forma pausada de narrar las cosas, por extraordinarias o mundanas que sean, su narración tiene un ritmo constante. Llega al clímax de sus relatos en una pendiente sostenida, que puede ser vertiginosa o no.
Kitchen es un libro donde la pérdida del ser amado marca las historias, no se refiere a la pareja exclusivamente, sino a la persona amada que te da centro y sentido, la que te da certeza y seguridad.
Las dos historias tratan de cómo lidiar con la muerte, el limbo del duelo donde todos nos encontramos al perder a alguien importante. Narran esos momentos dentro del espacio de reajuste personal que requerimos para continuar con la vida.
Banana Yoshimoto no se entretiene en el dolor, se enfoca en la recuperación, en los pequeños momentos que, dentro de lo mundanos o comunes que parecen, son extraordinarios por sí mismos.
Kitchen además nos cuenta sobre los encuentros personales que permiten que el doliente, el que se queda atrás, restablezca su conexión con la vida, con la que le queda después de la pérdida. Nos cuenta el proceso pequeño y personal de la reconstrucción personal, de cómo la vida sigue.
Y eso es lo maravilloso de este libro, y de toda la obra de Banana Yoshimoto, que puede combinar las cosas terrenales, comunes, con formas de procesar el hecho que por momentos son extraordinarias, por su naturaleza o por su construcción narrativa.
Muy recomendable, un libro pequeño lleno de sorpresas y de dulzura sin sentirse nunca exagerado o forzado.
Aura Espitia Muñoz Cota