La gente feliz lee y toma café (2014) es el primer libro de Agnès Martin-Lugand (1979). Lo sé, el título es tentador como pocos. Yo no lo pude resistir, lo compré y lo devoré en menos de 3 días. Porque además del título, resulta que la novela es muy buena.
Y la historia que la acompaña también.
La escritora, francesa, mandó esta novela a muchas editoriales y cuando nadie se la quiso publicar, pues ella lo hizo en auto publicación, y fue un éxito, y ahora está con una editorial de esas que la rechazaron (la versión que yo compré fue de esa editorial).
Fuera de eso, la novela llegó a mi vida en un año de luto, y justo de eso trata el texto, de esta sensación inacabable de luto, donde no sabes cómo salir ni cuándo salir de ella.
La historia es sencilla. Una mujer pierde a su marido y a su hija en un accidente automovilístico. Ha pasado un año, es el aniversario luctuoso y Diane está estancada en el mismo lugar. No quiere salir de casa, no se ocupa de su librería, no piensa ni siquiera ir a la ceremonia donde su familia, de sangre y política, la están esperando. Todos están preocupados por ella, no parece que Diane esté ni medianamente cerca de pasar la página. A la única persona a la que admite en su espacio es a su amigo/socio de la librería, que harto de verla así le propone/amenaza con unas vacaciones ellos dos solos.
Eso es lo que la mueve, la hace salir hacia un destino que alguna vez su marido mencionó y pide ir sola.
Tiene la gracia de describir perfecto las sensaciones del luto, de la pérdida. Y tiene además el respeto al lector, a los dolientes, de no llegar a un lugar común. No hay solución mágica, hay escapes, hay momentos catárticos, pero no una solución que de la noche a la mañana haga que nuestra protagonista componga su vida y salga del ciclo en el que está.
Tampoco es un héroe o heroína quien la rescata. Sale ella por ella misma, con mucho coraje y entereza, con muchas lágrimas. Pero con esperanza. Y nosotros entendemos y sabemos que el «arreglo» no es tal, es solo el inicio de un camino para arreglar las cosas en su vida. Poner orden, sin receta mágica, solo con la sensación de que una etapa muy dolorosa ha acabado.
Aura Espitia Muñoz Cota