Emma Donoghue (1969) publicó en 2010 La habitación, una historia aterradora contada por un narrador de 5 años.
La historia es la de un niño y su madre y su extraño mundo, uno muy reducido, un cuarto que es el principio y fin de todo lo que conoce. Ha llegado su cumpleaños número 5 y por alguna razón que no alcanza a entender, su madre está decidida a salir del cuarto. Se va enterando que hay un mundo afuera que su madre anhela. Él no entiende por qué ahora su madre no parece satisfecha o feliz con la vida que tienen.
Este libro es aterrador porque aunque sea una ficción es perfectamente posible. Un hombre secuestra y aísla a una mujer, la viola sistemáticamente, ella se embaraza y tiene a un niño, el cual se vuelve el centro de su vida, y la razón para mantenerse, para sostenerse, crear rutinas, hacer de la vida algo agradable y estructurado en la medida de su reducido y precario mundo.
La historia nos relata todo, la rutina, el universo pequeño y feliz del niño, la insatisfacción y depresión de la madre, la huída, y lo que sigue de la huída.
Todo el libro está relatado desde los ojos del niño, y este recurso narrativo tiene el efecto de simplificar los hechos, desnudarlos de razones y argumentos hasta dejarlos en la emoción y observación honesta. Nuestro narrador se está enfrentando a un cambio en su cotidianidad, en su entorno, a una madre que es más de lo que él conoce, a un mundo grande, aterrador, donde todas sus rutinas no valen, donde hay más personas que considerar y relaciones que rebasan su comprensión.
Se da cuenta de que su mamá tiene otras historias, otras referencias, unas que no lo incluyen, un mundo previo a su existencia, a la existencia de la habitación. También nos narra lo difícil que es añorar algo que nadie más quiere o entiende. Porque él sí añora la habitación. No entiende porque el lugar feliz para él sólo lo es para él, porque su mamá no extraña ese espacio físico y emocional que era sólo de ellos.
Mamá y yo hemos hecho un trato: vamos a probarlo todo una vez para saber lo que nos gusta y lo que no.
El hecho de que La habitación esté narrado por una voz infantil hace que la historia se sienta dolorosamente creíble y desgarradora sin añadirle sentimentalismos. Y ahí creo que está una de las virtudes de este libro. No recurre a descripciones complicadas para hacernos sentir el aislamiento, el dolor, la desesperación de la madre del protagonista. Y les juro que se siente.
La habitación es un libro sorprendente, aún si ya te sabes la historia, aún si ya viste la adaptación cinematográfica de 2000. Es de esas historias que te enganchan muy rápido, que parece que llega al final más o menos a la mitad pero que tiene el tino de no acabarla en el punto previsible, que nos da más y lo que nos da es igualmente importante aunque sea difícil de procesar. Muy recomendable.
Aura Espitia Muñoz Cota